Prólogo
«Uno no alcanza la iluminación fantaseando sobre la luz, sino haciendo consciente la oscuridad.
Lo que no se hace consciente se manifiesta en nuestra vida como destino».
CARL GUSTAV JUNG
Desde hace un tiempo a esta parte, vengo intentando aplicar esto. Paso a paso, con muchos avances y también con retrocesos: dejar de repetir todo aquello que me hace daño y que vuelve, una y otra vez, como si nunca terminara de aprender la lección. Sigo siendo una persona muy optimista, eso es parte de mi esencia. Sin embargo, observando el modo de actuar de otras personas, a partir de lo que me enoja o me genera rechazo, he reconocido en mà muchas faltas: todavÃa hay mucho de mà que no acepto, todavÃa hay mucho de mà que niego. TodavÃa mucho de lo que callo me sigue enfermando.
No es fácil decir: «Desde hoy no voy a tener miedo de mostrarme tal cual soy, con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva, a partir de este momento voy a dejar de tener miedo o de estar triste». ¡No funciona asÃ! No se pueden procesar de la noche a la mañana años de dolor y de información dañina solo porque la voluntad asà lo quiere, lleva mucho más trabajo que eso. Sobre todo, cuando desde el seno de nuestras familias aprendimos que para ser queridos tenÃamos que reprimir u ocultar nuestras emociones o, más doloroso todavÃa, intentar ser alguien que no somos. Justamente, ni siquiera es algo consciente. Pero de alguna manera hay que empezar. Porque donde hay pena, algo