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La primera vez que vi a Carlos Wieder fue en 1971 o tal vez en 1972, cuando Salvador Allende era presidente de Chile.
Entonces se hacÃa llamar Alberto Ruiz-Tagle y a veces iba al taller de poesÃa de Juan Stein, en Concepción, la llamada capital del Sur. No puedo decir que lo conociera bien. Lo veÃa una vez a la semana, dos veces, cuando iba al taller. No hablaba demasiado. Yo sÃ. La mayorÃa de los que Ãbamos hablábamos mucho: no sólo de poesÃa, sino de polÃtica, de viajes (que por entonces ninguno imaginaba que iban a ser lo que después fueron), de pintura, de arquitectura, de fotografÃa, de revolución y lucha armada; la lucha armada que nos iba a traer una nueva vida y una nueva época, pero que para la mayorÃa de nosotros era como un sueño o, más apropiadamente, como la llave que nos abrirÃa la puerta de los sueños, los únicos por los cuales merecÃa la pena vivir. Y aunque vagamente sabÃamos que los sueños a menudo se convierten en pesadillas, eso no nos importaba. TenÃamos entre diecisiete y veintitrés años (yo tenÃa dieciocho) y casi todos estudiábamos en la Facultad de Letras, menos las hermanas Garmendia, que estudiaban sociologÃa y psicologÃa, y Alberto Ruiz-Tagle, que según dijo en alguna ocasión era autodidacta. Sobre ser autodidacta en Chile en los dÃas previos a 1973 habrÃa mucho que decir. La verdad era que no parecÃa autodidacta. Quiero decir: exteriormente no parecÃa un autodidacta. Éstos, en Chile, a principios de los setenta, en la ciudad de Concepción, no vestÃan de la manera en que se vestÃa Ruiz-Tagle. Los autodidactas eran pobres. Hablaba como un autodidacta, eso sÃ. Hablaba como supongo que hablamos ahora todos nosotros, los que aún estamos vivos (hablaba como si viviera en medio de una nube), pero se vestÃa demasiado bien para no haber pisado nunca una universidad. No pretendo decir que fuera elegante –aunque a su manera sà lo era– ni que vistiera de una forma determinada; sus gustos eran eclécticos: a veces aparecÃa con terno y corbata, otras veces con prendas deportivas, no desdeñaba los blue-jeans ni las camisetas. Pero fuera cual fuera el vestido Ruiz-Tagle siempre llevaba ropas caras, de marca. En una palabra, Ruiz-Tagle era elegante y yo por entonces no creÃa que los autodidactas chilenos, siempre entre el manicomio y la desesperación, fueran elegantes. Alguna vez dijo que su padre o su abuelo habÃa sido propietario de un fundo cerca de Puerto Montt. Él, contaba, o se lo oÃmos contar a Verónica Garmendia, decidió dejar de estudiar a los quince años para dedicarse a los trabajos del campo y a la lectura de la biblioteca paterna. Los que Ãbamos al taller de Juan Stein dábamos por sentado que era un buen jinete. No sé por qué puesto que nunca lo vimos montar a caballo. En realidad, todas las suposiciones que podÃamos hacer en torno a Ruiz-Tagle estaban predeterminadas por nuestros celos o tal vez nuestra envidia. Ruiz-Tagle era alto, delgado, pero fuerte y de facciones hermosas. Según Bibiano O’Ryan, era un tipo de facciones demasiado frÃas para ser hermosas, pero, claro, Bibiano afirmó esto a posteriori y asà no vale. ¿Por qué sentÃamos celos de Ruiz-Tagle? El plural es excesivo. El que sentÃa celos era yo. Tal vez Bibiano compartiera mis celos. El motivo, por supuesto, eran las hermanas Garmendia, gemelas monocigóticas y estrellas indiscutibles del taller de poesÃa. Tanto, que a veces tenÃamos la impresión (Bibiano y yo) de que Stein dirigÃa el taller para beneficio exclusivo de ellas. Eran, lo admito, las mejores. Verónica y Angélica Garmendia, tan iguales algunos dÃas que era imposible distinguirlas y tan diferentes otros dÃas (pero sobre todo otras noches) que parecÃan mutuamente dos desconocidas cuando no dos enemigas. Stein las adoraba. Era, junto con Ruiz-Tagle, el único que siempre sabÃa quién era Verónica y quién Angélica. Yo sobre ellas apenas puedo hablar. A veces aparecen en mis pesadillas. Tienen mi misma edad, tal vez un año más, y son altas, delgadas, de piel morena y pelo negro muy largo, como creo que era la moda en aquella época.
Las hermanas Garmendia se hicieron amigas de Ruiz-Tagle casi de inmediato. Éste se inscribió en el 71 o en